viernes, 22 de marzo de 2013

Volver a volver

Volvemos a iniciar el Taller y Ensamble en la 8 esta vez de la mano de algunas situaciones particulares y significativas.
Para entender lo que está pasando necesitamos hacer un poquito de historia:
Durante el año pasado afianzamos un ser musical en nuestra escuela de la mano de dos situaciones muy importantes: por un lado el espacio que fuimos construyendo de apertura a chicas y chicos con enorme capacidad musical y percusiva en particular y por el otro, el contagio que esto fue generando en compañeras y compañeros de estos jóvenes músicos.
Se generó una fiebre musical, en la cual todos quieren tocar, aprender, sumarse, participar. Y así se van generando nuevas situacione muy interesantes y de potencia pedagógica inusitada, por ejemplo, que chicas y chicos se enseñen entre sí.
De allí nace la idea del Ensamble Cildañez que va por un camino paralelo al de este taller pero fuera del ámbito escolar
A comienzo de este año volvimos a abrir la convocatoria al TyE8 y gratamente nos encontramos con una importante respuesta, cerca de 20 chicas y chicos, de 1º a 7º grado.
Esto trae consigo algunas complicaciones que pone en evidencia cuestiones importantes de la tarea:
En principio se hace muy difícil, al contar con un espacio muy reducido para trabajar, el ensayo y el aprendizaje, pero también es potente la posibilidad de tener varios instrumentos -comprados el año pasado por la escuela- y esto vehiculiza la tarea enormemente.
Pero tal vez lo más importante sea lo siguiente. Al comenzar los ensayos nos encontramos con que este grupo tiene mucho por aprender, no tanto de tocar un instrumento -que también pasa- sino de cómo trabajar en grupo, cómo escuchar a los otros que tocan, cómo organizar el discurso musical a través de la percepción.
Lo que pone en evidencia esto es que el trabajo que se vio a fin del año pasado es un trabajo que se hace, se construye y tiene sus logros en la tarea cotidiana.
Entendemos que la tarea pedagógica del área de educación musical puede ser cosmética, es decir venir al final de algún trabajo a maquillar, o ser algo vivo, latiente y creciente, que circula en la cotidianeidad de la jornada moviéndose y salpicando a los que están cerca.
Cuando pasa esto último la educación musical en una escuela empieza dejar de ser eso y pasa a ser construcción cultural, profunda y potente.

Este último ensayo, un poco para descomprimir y poder entender todo de otro modo, salimos al patio a tocar, en los escasos 15 minutos que quedan entre la salida del turno mañana y la entrada de chicas y chicos de la tarde al comedor.
Intentamos hacer algo que musicalmente no salió.
Compartimos eso que no salió, para que cuando salga, recordemos el camino, desde donde empezamos y todo lo que aprendimos. Que así sea

 

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